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Semana Santa: ¿fiestas religiosas o paganas?

De acuerdo con los estudios realizados, de la celebración de la Semana Santa, no existe evidencia en la Biblia, más si de los días que celebra la Semana Santa. Esta tiene sus orígenes históricos en la pascua del pueblo de Israel, que es la celebración anual de los siete días conmemorativos del éxodo del pueblo escogido por Jehová, de Egipto a la Tierra Prometida.

Los primeros cristianos, que eran judíos, celebraban la Pascua de Resurrección a la par cronológica que la Pascua judía, hasta que en el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) se separó la celebración de la Pascua judía de la cristiana, quitando a esta los elementos hebreos pero dejaron el carácter móvil de la fiesta recordando que Cristo resucitó en la Pascua hebrea.

Para los cristianos, la Semana Santa es la celebración más importante de la Iglesia, y especialmente cuando se conmemora el Domingo de Pascua que es cuando se da la Resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado, según los evangelios canónicos. La Pascua (también conocida como Domingo de Resurrección), es el evento del cual depende toda la fe cristiana.

El término Pascua proviene del latín páscae, que a su vez proviene del griego πάσχα (pasjua), una adaptación del hebreo פסח (pésaj), que significa "paso" o "salto". Entonces nos preguntamos, por qué razón y desde cuando esta fiesta litúrgica se convirtió en todo un carnaval de las vanidades humanas?

Fiesta pagana o pá ganar…$$$

Turismo religioso

Hace muchos años, se empezó a hablar del turismo religioso, por medio del cual las personas podían realizar caminos de peregrinación con fines de pagar sus deudas con Dios. Los peregrinajes hacia lugares santos han existido como fenómenos sociales masivos de personas hacia lugares de culto, monasterios o catedrales. En las comunidades cristianas los más visitados son Roma, Ciudad Santa y Santiago de Compostela; dichos peregrinajes tenían connotaciones meramente religiosas y buscaban tener un acercamiento hacia la divinidad o el ofrecimiento de un sacrificio u ofrenda para purgar los pecados u obtener favores personales o familiares.

La relación entre turismo y religión ha sido estudiada como un fenómeno de búsqueda del equilibrio entre el agitado mundo del hombre moderno y su con-natural búsqueda de la divinidad a través del caminar por una motivación ligada a la pura necesidad de subsistencia".

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Aún cuando la Semana Santa constituye una fecha que nos trae a la memoria escenas de dolor y muerte, nuestras tradiciones costeñas, caribeñas, nos hacen pregonar la fe católica, apostólica y romana, con el cambio de las tradiciones, y la forma de ver el negocio del turismo. Los tiempos modernos en esta época del año, llaman muy poco a la espiritualidad y más a la generación de mejores y mayores ingresos para los negocios de las ciudades con potencial turístico, llámense estos, hoteles, restaurantes, bares y tiendas de “mala muerte”. Muchos lugares de rumba y playa como Santa Marta y Cartagena en la Costa Caribe, se han convertido hoy en el destino turístico por excelencia de muchos que no necesariamente celebran la Semana Santa de manera religiosa.

Aún cuando en estas ciudades se ofrece al visitante la posibilidad de hacer un recorrido “cristiano” por “los monumentos” y las iglesias de la “colonia” y se interpreta por sus calles la Pasión de Cristo, los hoteles, en primera instancia, ofrecen la ciudad como el destino de mar y playa turístico por excelencia. Es quizás la temporada de vacaciones con mayor ocupación hotelera en esta ciudad. Los bares hacen su agosto. La Escollera el “templo de la perdición” de otras épocas, ha perdido su reinado en este maremágnum de bares y terrazas por doquier que se han instalado en su Centro Histórico.

Ya no se escucha a las madres decirles a sus hijos que si se bañan en el mar se vuelven pescaó, o que va en contra de la fe cristiana, consumir carne de res y de cerdo los viernes de la época de cuaresma, comprendida entre el miércoles de ceniza y el domingo de resurrección.

Este híbrido entre los rituales religiosos, actividad lúdica y el componente comercial que se ha desarrollado de forma paralela no ha estado exento de controversia ocasionado por las posiciones radicales de feligreses, clérigos, representantes religiosos o los residentes de las ciudades turísticas, quienes en muchos casos no soportan los efectos indeseados del turista-excursionista-peregrino o ven "profanados" sus centros de oración y meditación.

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Para entender este conflicto de intereses debemos profundizar e intentar aproximarnos a cuáles son las motivaciones, necesidades y deseos de cada uno de los involucrados. Por una parte, está la visión de las comunidades religiosas y por otra la perspectiva de los viajeros -turistas-, donde los primeros acuden a ceremonias propias de sus credos religiosos y sus viajes tienen "razones espirituales"; mientras que los turistas lo hacen más por razones "seculares tales como curiosidad o placer" y el interés de la industria que se centra en la obtención de utilidades económicas por el intercambio.

De ahí que se haga necesario conocer y profundizar sobre las necesidades, motivaciones, creencias, procedencia y demás variables sociodemográficas que caracterizan al turista religioso para, por una parte, aunar esfuerzos para el desarrollo de políticas encaminadas a fortalecer, preservar y promover la riqueza arquitectónica con que cuenta la ciudad y generar mecanismos que permitan convertir y/o evaluar su potencialidad como generador de desarrollo de esta forma de turismo aún por explorar en nuestra ciudad.

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